Preocupación por zorros que llegan heridos o envenenados al Centro de Rescate de la UA

Tres animales se recuperan actualmente de distintas lesiones. Su búsqueda de alimento los hace aproximarse a centros urbanos o mineros, donde corren peligro.

Debido a su curiosidad y sentido oportunista, los zorros suelen aproximarse a los asentamientos humanos buscando refugio o algún alimento fácil, sin saber que esta acción los expone a distintos peligros.

Actualmente en el Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Universidad de Antofagasta (CREA) se recuperan tres zorros que sufrieron heridas e intoxicaciones en las inmediaciones de centros industriales o urbanos, una cifra que preocupa por tratarse de especies que están amenazadas y cuya presencia es muy importante para los ecosistemas.

Según informaron en el centro, el primer caso corresponde a un zorro culpeo (Lycalopex culpaus) que fue trasladado por personal del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de la Región de Tarapacá, con una intoxicación severa por consumir veneno para ratones en una faena minera de esa zona.

“Este animal llegó con un daño hepático, problemas digestivos y riesgo de hemorragias internas, pero de a poco está saliendo adelante. Aparentemente fue víctima de los programas de desratización que realizan las empresas y en los cuales se utilizan cebos que son atractivos para los zorros”, contó el director CREA, Dr. Carlos Guerra Correa.

En el centro de rescate de la Universidad de Antofagasta también se encuentra un zorro chilla (Lycalopex griseus) derivado desde la Región de Atacama con heridas provocadas por un automóvil.

“Este zorro está ad-portas de completar su proceso de rehabilitación, lleva prácticamente seis meses con nosotros, se está recuperando y pronto realizaremos su liberación en su hábitat natural”, explicó Guerra.

El tercer caso que atiende el centro es un zorro chilla joven que fue encontrado desorientado en las proximidades de una minera de la Región de Antofagasta y que pudo ser abandonado por su madre, o bien quedó solo tras la muerte de ella.

Este animal, precisó el director del centro, estaba asustado, con hipotermia y en muy mal estado general. Ahora está en un proceso de rehabilitación y se piensa que a futuro podrá ser devuelto a su medio ambiente.

EN PELIGRO

El zorro culpeo suele medir unos 70 centímetros de longitud, tiene pelaje rojizo y patas largas de color rojo ámbar, mientras que el zorro chilla es más pequeño, de pelaje gris y sus patas son cortas, color marrón rojizo.

Ambas especies habitan gran parte del territorio nacional, en ambientes de cordillera, planicie y costa, y poseen una dieta sumamente variada que incluye lagartijas, insectos, aves, huevos, semillas y ratones.

Se trata de animales solitarios y de hábitos más bien nocturnos, aunque se les puede ver también durante el día. “Los zorros son reguladores ecológicos muy eficientes. En el norte tenemos muchos roedores silvestres que, si no se les controla, podrían provocar desequilibrios, por eso es muy importante que cuidemos a estos depredadores”, agrega el académico.

Los zorros, sin embargo, se encuentran bajo fuerte amenaza debido a la irrupción del hombre en su territorio y por las malas conductas de preservación que tienen las personas. “Hay empresas de turismo que llevan a sus pasajeros a dar comida a estas especies en puntos determinados de sus tours. También sabemos que algunos zorros hacen guaridas de parición cerca de los campamentos mineros porque los operarios les dejan alimentos como si fuesen sus mascotas”, explicó Guerra.

Para el académico de la UA, esto es muy negativo, porque el zorro se acostumbra a la presencia humana y abandona sus hábitos de caza normales. Además, representa un peligro para los propios seres humanos porque “si en un momento el animal se siente acosado atacará, ya que no es una especie domesticable”, advierte.

REHABILITACIÓN

En los últimos años el Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Universidad de Antofagasta ha recibido zorros con fracturas, envenenados, deshidratados y desorientados.

En el centro los animales reciben atención experta para intentar recuperarlos y reinsertarlos. Este proceso, sin embargo, puede tardar meses y una de las claves de su éxito radica en que no tengan mucho contacto con los humanos. Por eso son mantenidos en espacios aislados y se intenta evitar que vean al personal del centro que los atiende o alimenta. “El zorro no se puede encariñar con las personas que lo cuidan o lo rehabilitan, porque si eso pasa cuando regrese a su hábitat, no podrá seguir desarrollándose como un depredador silvestre y eso pondría en riesgo su supervivencia”, explica Guerra.

El director del CREA dijo que, pese a las dificultades que tiene su cuidado, la mayoría de los animales que llegan al centro son reinsertados con éxito en su hábitat natural, contribuyendo a mantener sus poblaciones en el norte.

Eso sí, el Dr. Carlos Guerra manifestó que el gran desafío es cambiar nuestros hábitos respecto a los animales silvestres y tomar conciencia que la gran amenaza para su sobrevivencia son, principalmente, las acciones humanas.

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