Columna de opinión: Dolor no es sinónimo de lesión

El dolor físico es uno de los síntomas más comunes en la consulta con profesionales de la salud. Cuando un paciente consulta por dolor, rápidamente se piensa en enfermedad, sin embargo, muchas veces carece de un diagnóstico claro.
Iniciemos un acercamiento al tema planteándonos una definición: ¿Qué es el dolor? Platón le llamaba “la pasión del alma”, mientras que Aristóteles lo consideraba como una de las tres emociones fundamentales, muchas veces contrapuesto al placer y con cierta relación a la frustración o melancolía.

Durante mi experiencia clínica y la de muchos otros colegas del área que trabajan con el dolor físico persistente, nos hemos encontrado con una conclusión fuera de toda teoría, donde pacientes sin ninguna lesión física o de tejido llevan arrastrando un dolor físico durante años. ¿Por qué? ¿Será que el dolor físico no es sinónimo de daño?

Claramente la respuesta es sí, el dolor físico no es sinónimo de daño. Hay diversos factores que pueden alterar y gatillar la sensación somática de dolor persistente. Entonces, ¿por qué seguimos tratando un tejido? ¿Por qué tratamos patologías como tendinopatías o inflamaciones de larga data, en vez de centrarnos en la persona, en su familia, en su contexto social, sus emociones, sus activades de ocio, su calidad de sueño, su alimentación, su funcionalidad o alinearnos a sus objetivos?

Muchas veces las expectativas del paciente no son escuchadas o preguntadas, lo que conlleva a fracasos múltiples dentro de su recuperación o su proceso de entender, analizar y manejar su vivencia dolorosa. Es ahí donde nosotros, como profesionales de la salud, debemos saber cómo abordar su experiencia y entregar herramientas desde el conocimiento de causa para mejorar la calidad de vida de las personas.

Si continuamos atacando el “síntoma de dolor”, significa que como referentes de la salud no hemos entendido el verdadero significado del “dolor físico”. Tenemos que abrir nuestra visión clínica a una medicina más integrativa, más de escucha activa y preocuparnos siempre que estamos frente a una persona y no frente a una patología. Y a nuestros pacientes hay que explicarles que el dolor que sienten es real, encontrar alguno de sus factores es parte del proceso de recuperación y que en algún punto de esta calle de vivencia dolorosa habrá una salida.