Antropólogo y conservación del patrimonio: “En muchos casos, peligra su existencia futura”
Investigador de la Universidad de Antofagasta advirtió que incluso con protección legal, gran parte de la riqueza salitrera y arqueológica de la región podría desaparecer.
Terremotos, incendios, derrumbes, pero principalmente el olvido y el vandalismo, han atentado contra la conservación del abundante patrimonio salitrero que alguna vez tuvo la región, reduciendo a sólo unos pocos los lugares que hoy perduran, y menos todavía los que tienen protección.
Según el catálogo del Consejo de Monumentos Nacionales, la región cuenta con 13 oficinas salitreras y/o inmuebles relacionados con esa industria con protección legal, una cifra baja si se considera que hasta 1921 en Antofagasta habían existido 45 oficinas donde trabajaban y vivían más de 36 mil personas.
El antropólogo y doctor en Ciencias Políticas y Sociología, Alejandro Bustos Cortés, actual decano de la Facultad Ciencias Sociales, Artes y Humanidades de la Universidad de Antofagasta, explicó que muchos sitios de valor patrimonial desaparecieron o están convertidos en ruinas, y los que perduran generan preocupación por el mal estado en que se encuentran debido a la falta de protección, conservación y restauración.
Bustos explica que la región tiene una conexión única con la historia de la minería nacional. Por ende, existen campamentos mineros y ex oficinas salitreras con la categoría de monumentos nacionales hace más de 50 años.
“Todos estos lugares tuvieron gran impronta en la historia de nuestra región y nos da mucha angustia saber que recibieron este reconocimiento, pero su estado de conservación no es el mejor. Me atrevo a señalar que en muchos casos peligra su existencia en el futuro”, comenta.
CEMENTERIOS
Pero el académico de la UA resalta que no sólo las ex oficinas salitreras están en peligro, lo mismo ocurre con sus cementerios, que han sido desmantelados y vulnerados con el fin de robar las reliquias de los difuntos.
“Estos espacios deben ser resguardados y rescatados, por respeto al patrimonio, porque en el monumento histórico de una salitrera se considera todo el territorio, incluyendo sus cementerios. Por desgracia, la ciudadanía no tiene consciencia de la riqueza patrimonial que tenemos en la región”, plantea Bustos.
El antropólogo advierte que los saqueos se producen también en las zonas arqueológicas de los territorios de los pueblos originarios, que han sufrido destrucción de expresiones del arte rupestre (geoglifos, petroglifos y pinturas rupestres), saqueos de tumbas y/o robos y tráfico de objetos arqueológicos e históricos, por parte de personas que no solo quieren llevarse objetos como recuerdos, sino que venderlos en el mercado nacional e internacional de piezas patrimoniales.
“Acá hay un tema jurídico, porque se produce un atentado contra el patrimonio local, regional y nacional, incluso de aquel que está declarado en la ley, pero no se establecen las responsabilidades. En otras partes del mundo existe un respeto sagrado por el patrimonio, sin embargo, nosotros no alcanzamos ese nivel de respeto hacia nuestro propio patrimonio, es decir, hacia nuestra historia e identidad”, reflexiona el académico.
PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
Para el antropólogo de la UA, hay sitios arqueológicos de gran valor patrimonial que se encuentran en las comunas de San Pedro de Atacama y de Calama, como el Pukara de Quitor, el Pukara de Turi, el Pukara de Lasana y el poblado de Peine, entre otros, que también están amenazados.
“Son lugares muy importantes y trascendentes en nuestra historia. Por ahí pasaba y ha dejado sus huellas el Qhapaq Ñan (Camino del Señor o Camino del Inca) que en nuestra región actual atraviesa y conecta poblados del Alto El Loa se une con San Pedro de Atacama y sigue hasta el sur de Peine; y este sistema vial andino prehispánico ha sido declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad de UNESCO. Para nuestro país y nuestra región este es un patrimonio que nos debe llenar de orgullo, pero también significa un tremendo desafío contar con estos monumentos, que no sólo son nacionales, sino que también de la Humanidad, porque debemos tener la creatividad para ponerlos en valor y dignidad, así como capacidad para preservarlos para las actuales y futuras generaciones”, profundiza Bustos.
La región cuenta con 108 sitios declarados Monumentos Nacionales, desglosados en zonas típicas, santuarios de la naturaleza y monumentos históricos.
En esta última categorización se encuentran ruinas, construcciones y objetos de propiedad fiscal, municipal o particular que, por su valor histórico o artístico, o su antigüedad, merecen ser conservados, como la Torre Reloj de la Plaza Colón, el Barrio Histórico de Antofagasta, las Ruinas de Huanchaca y el edificio de la Aduana.
En cuanto a zonas típicas, destacan el campamento de minero de Chuquicamata, Ayquina, el caserío de Conchi Viejo, la ex oficina salitrera María Elena y la ex oficina salitrera Chacabuco. Y entre los santuarios de la naturaleza, resaltan el Valle de la Luna y la laguna Tebenquiche, en San Pedro de Atacama, y la aguada La Chimba, así como el Monumento Natural La Portada.
Plaza José Francisco Vergara
Un caso de rescate patrimonial poco común en Chile es el de la Plaza José Francisco Vergara, que originalmente estuvo en la oficina del mismo nombre, ubicada 180 km. al noreste de Antofagasta, en el denominado Cantón El Toco. La oficina paralizó sus faenas en 1938, no obstante, parte de ella funcionó por décadas como espacio residencial de la oficina María Elena. En 1976, cuando el pueblo dejó de prestar utilidad y ante su inminente desmantelamiento, la plaza fue trasladada al Campus Coloso de la Universidad de Antofagasta y al poco tiempo declarada Monumento Nacional. La Plaza Vergara no ha escapado al deterioro y actualmente la UA trabaja en un proyecto para restaurarla.